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Yo también quiero



Gente Wodaabe



¿De dónde vienen estas ganas de patear las hojas cuando camino, de chiflar tan fuerte que toda la cuadra escuche? ¿De dónde la tentación de hacer un chiste al transeúnte, de establecer complicidad con un extraño, de mirar francamente sin temer demorar mis ojos sobre algún blanco inadecuado? Son ganas de estar por un momento fuera de mis zapatos, y fuera de cualquier zapato que conozca. De sintonizar con otra forma de ser y estar en este mundo.


Las asociaciones me llevan a un momento del curso que estoy tomando con Heide Goettner Abendroth sobre sociedades matriarcales. Hace unas semanas alguien preguntó por qué no había iniciación para los varones en las sociedades matriarcales. André Mafra replicó que los varones no sienten que son menos importantes por no tener iniciación. Me quedo rumiando que la necesidad de compararse y de competir son comportamientos inspirados en la economía del canje tal como la conocemos, y en una cierta noción de justicia igualitaria en que se confunde obligación con privilegio. Recibir la iniciación es una honra y al mismo tiempo un deber social. Nadie impone ese deber, ningún grupo oprime a otro, sino que es la norma social vigente.


Para comprender este tipo de prácticas precisamos cambiar nuestro paradigma: pasar de una concepción individualista a otra interconectada. Tanto hombres como mujeres son apreciados, hay diferentes ceremonias para cada quien. Sin embargo, según los estudios de Heide, los ancestros y ancestras renacerán sólo a través de las personas con útero, por lo tanto existe una asimetría biológica. En los matriarcados se honra esa asimetría, entre muchas otras.


Pienso en mis ventajas y debilidades biológicas en relación con otros seres y las descubro profundamente desdibujadas por lo que me rodea, desde el aire urbano que respiro hasta las intervenciones médicas a las que me someto. Esta biología vandalizada me permite emanciparme de unos mandatos que hoy en día son imaginarios, aunque no por eso menos sólidos (tal como el dinero, algo de lo más concreto y tangible, y a la vez imaginación sustentada por una creencia colectiva en su validez). Quiero aprender a chiflar y nada me lo impide.

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