Microorganismos, por Ernst Haeckel
Saber algo a priori y escribir después. O no saber nada y dejar que la cosa salga. De las dos, prefiero la segunda, obvio. Hacer aparecer algo que no existía antes en este plano, es como parir o crear. Pero a veces tengo unas ideas primero, y escribirlas puede funcionar para sacarles lustre, o simplemente para no olvidarlas.
La idea que tuve es usar una palabra que no figura en los diccionarios más tradicionales, “sensar”, en vez de sentir. Sentir está tan gastada, y tan asociada a la respuesta emocional que tenemos ante un estímulo. Sensar es una actividad propia de quienes tienen sensores, por lo tanto se la encuentra en algunos textos que hablan de calamares o de máquinas. Estos seres aparentemente no sienten, pero sensan, mientras que les humanes no sensamos sino que sentimos…
Estas asignaciones parecen ser muy arbitrarias. ¿Acaso nunca quisiste captar, detectar, sensar, sin que venga asociada una reacción emotiva? Probemos: siento frío / senso frío. El frío está ahí en ambas variantes, pero al leer la primera quiero abrigar a esa persona, mientras que en la segunda sólo percibo la descripción de un estado que puede no impeler a la acción.
No estamos tan entrenados en eso de detectar sin reaccionar, apenas convivir con la información circundante. Sensar describe esa predisposición más animal o maquínica, esa posibilidad de permanecer en segundo plano.
Escribir sin tener una idea a priori se parece mucho a sensar y registrar. Es hacer un informe tratando de manipular lo menos posible eso que no es virgen porque ya fue detectado, pero con unos sensores menos precisos que las manos, que los dedos. Se parece a ese juego en el que te apoyan un objeto en la espalda y tenés que descubrir qué forma tiene. Nunca pude leer un cuadrado ni un triángulo, pero demorarme en la incerteza hizo crecer otras formas.
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