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Repartir el beso


Un dragón, un tigre y un pez koi
Un dragón, un tigre y un pez koi


¿Dónde se ha dicho que los besos son de a dos? ¿Cómo se ha generalizado esa costumbre? ¿Será por una cierta noción económica (tal vez perezosa) de reducir la cantidad de los estímulos para mejor saborearlos? ¿Será la forma de la boca y de la cabeza, que dificulta la llegada a los labios y a las lenguas cuando hay más de un par de seres en simultáneo?


Se me ocurre que la gradualidad de la síntesis aditiva de estímulos es clave. Si para sintonizar un beso entre dos hace falta tiempo, más tiempo se necesitará para coreografiar un beso de a tres. 


En cuanto al desafío de besar en sincronía dos bocas, diría que se trata de un beso que se mueve de una a la otra, aunque el contacto contemporáneo se mantiene con otras regiones del cuerpo y del pensamiento. Besando a una de las dos personas, algo de la besante se entrega a la besada mientras que una porción de la emoción y las imágenes mentales se prodigan a la tercera, que un instante después asumirá otro rol en ese juego.


Hay quienes prefieren menos inputs sensoriales a la vez. Se entiende perfectamente si se piensa en escuchar dos músicas coexistiendo con ritmos diferentes: es un atosigamiento de los sentidos. No obstante, como existe la posibilidad de tan enormes diferencias entre una persona y otra, la sensación es más bien de sumar a una música una danza, y unas imágenes en movimiento, y una iluminación… Alianzas que rellenan la experiencia sin competir unas con otras, aunque sin duda pujando momentáneamente por la atención. Y ella puede rebotar de un estímulo al otro, apreciar la orquestación completa a un tiempo, o entrar en modo sinestésico y desdibujar el borde de los sentidos. 


El par es lo conocido: la vida de a dos. La disparidad como práctica abre algunas ventanas por las que puede entrar una brisa fresca o un viento tremendo. Los besos pueden ser charlas, pueden ser lecturas, pueden ser asientos en el cine.

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