Realidad alternativa
- Yael Barcesat
- 20 abr
- 2 Min. de lectura

La sociedad en que vivimos emplea una cantidad de métodos educativos. Conviven el castigo, el refuerzo positivo y una multiplicidad de maneras solapadas de influir en los hábitos disciplinando el comportamiento de un modo más parecido a como actúa el océano sobre la roca: moldeando, erosionando.
En otras sociedades no existe un velo sobre las obligaciones, que pueden ser numerosas desde la más tierna infancia. Lo que a primera vista puede aparecer como crudeza se revela después de un estudio más detallado como un sistema de colaboración constante, inculcado desde muy temprano en la vida de los integrantes de la comunidad.
Cuando le preguntan a DeRose cuál sería el mejor sistema de gobierno, si la democracia o la monarquía, él responde que sería una forma de anarquismo en que cada quien cumpliera con sus obligaciones sin necesidad de pedírselo.
En el libro Sociedades matriarcales del presente, de Heide Goettner Abendroth, se constata que esa forma de autogobierno existe en muchas de esas sociedades hasta hoy. Claramente no parece muy compatible con una subjetividad moldeada en los padrones de un darwinismo social que impulsa a abrirse camino aunque eso implique destruir a quien está al lado.
Sin embargo es posible imaginarlo, como hizo Ursula Le Guin en su novela de ciencia ficción Los desposeídos. Describe un mundo anarquista que se desprende de otro mundo muy similar al nuestro. Uno de los hallazgos es la construcción de un nuevo idioma en el que no existen los pronombres posesivos, de forma tal que se subraya constantemente que estamos en compañía de las cosas o de los seres, pero no hay una relación de pertenencia. Para lograr el cambio de paradigma, Le Guin, a través de su personaje, la revolucionaria Odo, ataca lo que considera uno de los cimientos de la visión del mundo: el lenguaje. No es un dato menor que la forma de hacerlo sea construir una lengua artificial de cero.
Se puede sentir que no hay nada por hacer, que este mundo está irremediablemente clausurado para el cambio. O se puede construir otro al lado, muy cerca, artificial, con quienes quieran sumarse, y probar que esta realidad es una posibilidad entre muchas.
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