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Poder triangular y poder circular

  • Foto del escritor: Yael Barcesat
    Yael Barcesat
  • 6 abr
  • 2 Min. de lectura


Figurines pour tableau XVI, de Wassily Kandinsky
Figurines pour tableau XVI, de Wassily Kandinsky


Imaginemos un triángulo. En el vértice superior está la autoridad en la sociedad patriarcal. Normalmente en ese lugar hay un señor, pero en realidad no importa el género de quien conduce: si el juez es mujer se va a vestir como un magistrado y va a imponer la ley dentro de ese sistema jerárquico. 


La autoridad matriarcal se ejerce desde el centro de un círculo. En las sociedades matriarcales tradicionales las mujeres están en el centro, es decir que lideran los asuntos relacionados con la economía (eco, ‘hogar’, nomos, ‘leyes’), con lo cual tienen una autoridad ganada: la autoridad de ser las que mantienen vivo el fuego en el hogar mientras los varones salen, o quienes se quedan en la carpa tuareg enseñando la escritura mientras los hombres van a comerciar. Por eso no es tan fácil detectar el liderazgo matriarcal: más que un “arriba” es un “adentro”. 


Sin duda existe una jerarquía, pero no es opresora, porque los mecanismos de obligación no son punitivos. Si la matriarca propone, la tendencia es seguir su autoridad natural (porque no es impuesta sino ganada). Invariablemente, desde nuestro paradigma nos preguntamos ¿pero qué pasa si no se respeta esa autoridad? “Que ninguna penalidad sea impuesta por ningún grupo a los eventuales incumplidores de estas normas. A ellos les bastará la desventura de no usufructuar el privilegio de vivenciarlas.” DeRose. 


Es muy común asociar lo matriarcal con la matrona a la que no se puede llevar la contra. Eso no tiene nada que ver con el ejercicio del poder matriarcal. Eso no modifica en nada las relaciones jerárquicas en las que vivimos, sea cual sea el género de la persona en cuestión.


Tampoco es matriarcal el empoderamiento femenino que implica entrar en la misma picadora de carne que el varón. Como escribió Teresa de Lauretis en 1987 en su obra “Tecnologías del género”, “algún día, pronto quizás, las mujeres tendrán sus carreras, sus propios apellidos y su propiedad, hijos/as, maridos y/o amantes femeninas de acuerdo a sus preferencias y todo sin alterar las relaciones sociales existentes y las estructuras heterosexuales a las que nuestra sociedad, y muchas otras, están atadas firmemente.” 


No vivimos en una sociedad matriarcal tradicional. Ser una feminidad y estar en una posición de poder no basta para cambiar la forma de ejercerlo. Apelar a la supuesta presencia del instinto, o como sea que se llame a esa idea de lo intocado por la cultura, es deshojar una cebolla con la expectativa de encontrar algo diferente a la cebolla en el centro. No apuesto a encontrar algo diferente en el fondo. 

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