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Orbitar



Fotografía de Carlos Lima


¿Por qué los planetas no son atraídos por el sol hasta chocarse, fundirse, estallar? Por un lado tenemos la explicación del origen, que es algo así como un estallido que produce alejamiento, ese es el vector inicial de la fuerza. Si no existiera la fuerza de gravedad del sol, ese alejamiento continuaría para siempre por la inercia. Por otro lado, está la explicación del tamaño. La fuerza de gravedad hace que en algún momento ese alejamiento cese, y en ese punto hay dos opciones: parece que si esa roca, que es como el embrión de un planeta, mide más de un metro de diámetro, se encaja en una órbita y alcanza su equilibrio para permanecer girando estable. Si su tamaño es menor, el sol la atrae y la pequeña roca termina “cayendo” sobre la estrella.

A veces tengo que resolverlo todo antes de ponerme a construir. El mundo precisa estar en calma, hacer silencio. Sospecho que eso sea síntoma de que no se trata de una verdadera creación, una visceral, de esas que no pueden aguantarse para salir a la luz del día. Pero me pregunto si algo de lo que hago es así. Tal vez mi estilo es resolverlo todo antes de ponerme a hacer algo.


Puede que mi hacer algo sea ir atando esos cabos sueltos antes de hacer algo.


Aunque identifico nítidamente los momentos de creación, en que suspendo el mundo y me aboco a una sola cosa. En realidad, no: suspendo cierto mundo y me aboco a algunas cosas restringidas. Tengo mi idea fija, que va y viene a lo largo del día, me acompaña, por momentos me atrae demasiado, me incomoda un poco, como una mosca o un ruido de fondo. Pero no es un foco excluyente, hay un rodeo en torno a ella, algo así como una órbita, con posiciones de mayor y menor proximidad, nunca un contacto total, una fusión que olvida todos los demás planetas.




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