Narciso incomparable, de Leonor Fini
No es lo mismo ser una persona leve que bostezar a cada momento. El bostezo siempre me pareció una excreción, aunque cualquiera pueda refutar esta idea con argumentos bien fundados (hay algo de definitivo en las impresiones que tenemos). Cuando bostezamos, regalamos a la otra persona la impresión de que no es tan interesante su conversación, de que una cama sería mejor compañera, de que estamos fuera del horario de protección a nuestra persona, haciendo cosas que no queremos tanto…
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Me parece hermoso que existan las cirugías plásticas, que alguien elija cambiar de forma y pueda hacerlo. Aburre que esa autodeformación se encamine casi invariablemente hacia un ideal de belleza trillado, pero no achaco a la tecnología la culpa de unos gustos sembrados por múltiples intereses. Las máquinas y los saberes técnicos son siervos de entidades con bordes más difusos, como las tendencias de la moda o la economía mundial.
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No es lo mismo separar la basura en Buenos Aires que en Londres. Sucede que por estos pagos, mucha gente vive de recolectar y vender los residuos reutilizables. No son empresas recicladoras, son gente que hurga en la basura de la ciudad abriendo las bolsas que descartamos, una por una. Por lo tanto hay una inmediatez de persona a persona: mi bolsa baja al contenedor de la calle, acto seguido alguien la abrirá para buscar cartones secos, plásticos, latas y otros elementos que podrán serle útiles. Sus manos, a veces enguantadas y a veces desnudas, van a entrar en esta bolsa que yo descarto. Son manos que después van a organizar mis restos, pero también alimentar y acariciar un cuerpo.
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Definitivamente no es lo mismo pasarla bien que hacer terapia. Nada en contra de las terapias, al contrario. Es “terapizar” todas las actividades lo que me exaspera: no hago lo que hago para reparar o prevenir un mal. La mayor parte de las veces lo hago, de modo un tanto animal, buscando el placer y escapando al dolor. En momentos mágicos logro fugarme limpiamente de esa dualidad y encaminar mis acciones en sentidos insólitos, porque sí, por puro juego. Tal vez, después de eso haya secuelas dignas de tratar en terapia, y entonces pagaré el precio con gusto.
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