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Lo mujer


 Ram's Head White Hollyhock and Little Hills, de Georgia O'Keeffe,
Ram's Head White Hollyhock and Little Hills, de Georgia O'Keeffe,


Mujer no es un sustantivo, es un adjetivo. Decir de alguien que es mujer sobreimprime a sus características singulares una plantilla de comportamientos deseados o padecidos: docilidad, histeria, compasión, vulnerabilidad, cuidado, sacrificio… maternidad. Cuando aparece “lo madre” por default en “lo mujer”, entiendo por qué la palabra “matriarcal” remite en la imaginación a todos los epítetos que acompañan a “lo mujer” en nuestro contexto temporal y cultural, que es mucho más una foto que un video, algo que congela un instante tan inasequible como el presente, y que por definición ya quedó atrás. 


Para estudiar lo matriarcal precisamos hacer el ejercicio de retirarnos de nuestro contexto histórico, político, familiar, a fin de apreciar una forma de organización que existe desde antes de que ser mujer incluyera como elementos insoslayables el romanticismo y la suavidad. No obstante, también lo matriarcal carece de una voluntad arribista de parecerse al “sexo fuerte”. 


Como el recipiente con su contenido, se establece una alianza —no volitiva— en que cada quien adopta una función más o menos duradera. La polaridad líder-comandado excede la morfología de lo que queda oculto bajo el taparrabos. La ausencia de opresión no es igual a que no existan normas o jerarquías, más bien lo contrario: cuando la autoridad es ganada no hay cuestionamiento sobre los roles y las obligaciones.


El ejercicio es casi imposible. Donde el raciocinio fracasa resta la imaginación, ayudada por lecturas robadas a la censura del menosprecio (que es tanto más dañina que la quema en la hoguera a la hora de destruir imágenes potentes) y por el ejemplo de escasas personas (he tenido la oportunidad de saber que existen, acá cerquita), haciendo grupo y fabricando un oasis en medio de la sequía.

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