Con cierta preocupación, mi madre me comenta que no puede sacar la inteligencia artificial que se coló en su whatsapp. Obvio, le digo. Desde hace unos días, nuevas dispersiones se suman a las ya conocidas y más o menos controladas que proporcionan los mensajes: ahora también este canal te sugiere intereses, búsquedas, opciones que cada día te invitan a hacer clic para entender qué te gusta y qué te preocupa. Todo refuerza lo que ya sos, cada nueva propuesta busca encajar mejor en lo que dejás entrever a fuerza de clics. Te debatís entre el uso estratégico y la sensación de haber caído en una inmensa red. El pescador está satisfecho con su cosecha y vos también podés estarlo, porque es una trampa tan inmensa que casi no te das cuenta de que no estás en mar abierto.
Pero te diste cuenta y decidiste tomarte una temporada sabática. Magnolias florecieron mientras observabas el lento paso del mundo. Un tiempo de nada, aunque haya sembrado tantas expectativas en la mirada ajena, al fin y al cabo un período en que deberían haber pasado un montón de cosas, inolvidables aventuras... En realidad lo viviste como una temporada de hibernación y autofagia hasta alcanzar el grado cero, como una gran disolución. Gran momento.
Aunque puede que hayas sufrido cierta ansiedad en todo ese período de nada, sabiendo que al volver te esperaba hacerlo todo; algunos de tus músculos se debilitaron, hay que entrenarlos para volver al ruedo. Y está el peligro de volver a construir lo que tan laboriosamente habías levantado ladrillo a ladrillo y después te había hecho sentir dentro de una red, ¿no querías nadar en mar abierto? Querías, pero te fue saliendo así, porque se encarrila fácil en lo conocido.
Podés "debilitarte" en el mejor de los sentidos, en pro de fortalecer otros tejidos. Podés ejercitar otros músculos, a fin de llevarte a nuevos puntos de observación, terrazas más y más altas. Debilitar puede significar apagar algunos motores internos: ya dejar de escuchar su zumbido constante te permite oír ritmos que no tienen periodicidad, y que por eso te mantienen en un estado de alerta que no es el de quien espera un mensajito, sino el del venado sorprendido por una pisada en el bosque.
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