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En vilo



Collage de Una semana de bondad, de Max Ernst
Collage de Una semana de bondad, de Max Ernst


Me doy instrucciones: no te adormezcas. No sepas tan claramente cuáles son los planes. No tengas asegurada la totalidad del día de mañana, dejá unos huecos librados a la incertidumbre, con posibilidad de maniobra. Hay una malicia en el estado de alerta. Una malicia que es una bondad. 


Si navegar es preciso, es preciso aprender a abandonarse a la corriente. Sus rumbos no son siempre previsibles. Mañana nos vemos, si la corriente me deja en tu puerta. No me malentiendas: voy a hacer lo posible con diligencia, pero es malsano pensar que está todo en nuestras manos. Tal vez nunca hasta este día la omnipotencia haya alcanzado niveles tan soberbios que nos hacen olvidar por un instante lo precario de nuestras anticipaciones.


Conozco mi sed, punto. Todo lo que se trama alrededor para saciarla es un tejido de coincidencias provisionales. Agradezco con gozo el agua fresca o me preparo para la llegada de un tiempo de austeridad. En lo laborioso de esa preparación intento no encoger las vacuolas, mantener esos depósitos con espacio y material aparentemente de sobra, en los cuales cotidianamente encuentro gotículas de néctar. Beber una copa entera de néctar es algo que sólo los dioses griegos hacen, así como entregar el estado de alerta. Si no tenés poderes divinos más vale que te mantengas en vilo.



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