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Conspiración contra la línea recta


CDSea, de Bruce Munro


Los meandros son curvas pronunciadas del río que se encuentran en los terrenos de escasa pendiente; el agua empieza a divagar y a partir de ese momento hay una geometría y una orografía que prevén el comportamiento del cauce sinuoso, considerando la acumulación de sedimentos en las orillas exteriores del meandro y la erosión en las interiores, debido a la fuerza centrífuga. Sin embargo, todo se vuelve más incierto cuando se trata de explicar el nacimiento temporal de un meandro.

 

Hay varias teorías, por lo tanto no se sabe. Esas posibles explicaciones no son excluyentes entre sí, así que es probable que todas den cuenta en parte de lo que motiva el surgimiento de esas curvas: una teoría estocástica, una teoría del equilibrio, una teoría geomórfica…

 

Qué produce un desvío. He aquí la pregunta que la ciencia se hace ante el comportamiento del agua. Por qué ir sinuoso cuando se puede ir recto. Por qué demorarse y juguetear. Y para esto existe una diversidad de causas complejamente articuladas, que hace imposible la predicción.  

 

Sentarse a la vera de una curva, en la lengua de tierra que forma la orilla interior de un meandro, donde el agua excava un acantilado profundo, o del lado con más sedimentos, donde hay playa y se puede entrar al río de a poco: ¿quién no prefiere arrimarse a un meandro que a la parte recta?

 

Los adoramos, aunque son los accidentes y obstáculos los que los ocasionan. Inclinaciones, gravedades o influencias satelitales ignotas, todo lo que conspira contra la línea recta. Todo lo que favorece la pérdida de velocidad y el derroche de tiempo.

 

 

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