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Alternativas


Frottage, de Max Ernst



Subrayaste una frase en tu cuaderno. Pero en la inexperiencia lo hiciste con demasiado ímpetu y atravesaste la hoja. También te pasó lo contrario, que por querer borrar un supuesto error, el papel se volvió traslúcido por el uso de la goma y en un instante descubriste el horror de un agujero.


Algo parecido pasa con los rasgos que queremos modificar. A veces los subrayamos, dejándonos definir por ellos: “yo soy así”, “a mí no me sale de otra forma”. Reforzamos un condicionamiento porque demanda más dedicación cambiar que seguir profundizando ese surco. Un día el surco es tan profundo que ya no vemos el borde. Listo, somos así y se acabó.


Otras veces nos obstinamos en corregir, borrar, suprimir un hábito, y acabamos horadando la base misma sobre la cual inscribimos nuestra existencia, nos volvemos la ausencia del hueco en el intento de negar determinado comportamiento.


Alternativas al refuerzo y al borrado: usar la desviación de la escritura en el cuaderno (el acento mal puesto, el trazo desprolijo) como excusa para dar un salto hacia el dibujo; hacer un collage, un frottage, transformar la hoja entera en una fiesta. ¿Y si se está en un lugar donde el juego no es bien visto? Reconsiderar seriamente la pertenencia a ese hábitat.

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