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Alien versus predador


Imagen de la exposición Camp, notes on fashion, del Metropolitan Museum of Art


Invertir la reacción, trastornar el sentido común. La revolución que produce no actuar como presa, que significa no constituir al predador. No llorar, no gritar. Mirar a los ojos hondamente a quien comete el atropello. Desde tiempos remotos, la víctima es quien porta la vergüenza. El victimario tiene su orgullo intacto, incluso engordado. El orgullo de la víctima avergüenza al victimario, desdibuja los roles.


Te lo conté, pese a todos mis reparos. Me escuchaste con una mezcla de miedo de reaccionar de forma estereotipada y desconfianza de mi relato. Cuando lloré, lloraste conmigo, eso sí. Después de un rato conversamos sobre cómo había sido posible. Ahí deslizaste tu sospecha: ¿no habría yo, de alguna manera, dado a entender que…? Mi primera reacción fue negar con indignación. Lo siguiente fue pensar en qué ropa llevaba ese día, si estaba arreglada. Mi tercera reacción fue preguntarme si los símbolos como la ropa o la presencia de maquillaje podrían funcionar socialmente como en la naturaleza el olor de la sangre para los animales carnívoros.


Al verme reflexiva me hablaste de algo, pero te sentí tan ajena como un planeta en retirada. Mi mácula estaba visible, y yo tenía necesidad de hacer algo con ella: borrarla no era posible, entonces exagerarla. Como cuando una gota de tinta cae en la hoja y aprovechamos esa bola oscura para improvisar un sol negro, o una lágrima desmesurada. Definitivamente no había forma de eliminarla. Entonces me hice preguntas salvajes: ¿podía yo sentir apetito sexual, usando esa mancha no querida como excusa para empezar otro dibujo? Con sorpresa (culpa) descubrí que sí. Y no solo eso: también podía pensar en que mañana tenía que limpiar mi casa, y que en la semana precisaría estudiar para dar una clase especial…


La continuación de mi vida cotidiana, sin embargo, no podía transformarse en el ruido blanco que ensordeciera la experiencia, que borrara el aprendizaje. La próxima vez te voy a mirar a los ojos, bien hondo, con calma.

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