Dedicado a Paul B. Preciado
En vez de gustar del chocolate, gustar del cacao. En vez de querer la leche, cuidar a la vaca. En vez de elegir qué bando, desbandarse. En vez de casarse, socializarse. En vez de consumir, ser. En vez de delimitar el terreno, observar el suelo, descubrir las marcas de la tierra, trazar nuevas marcas en diálogo con otros seres vivientes, desdibujarlas y empezar todo otra vez. En vez de dar por sentado, preguntar lo impreguntable. En vez de definirse, sorprenderse. En vez de tomar partido, convocar al juego. En vez de pedir, hacer. En vez de esperar, dar. En vez de mirar, poner las manos en la masa. En vez de aprender, enseñar. En vez de conducir, ir junto. En vez de legislar, actuar. En vez de advertir, dar la mano. En vez de impedir, atraer. En vez de decir a les otres, hablarse a une. En vez de querer el cambio, vivir en el cambio. En vez de hacer todo diferente, hacer lo mismo de otra manera. En vez de abandonar el celular, hacer un uso disidente del celular. En vez de maquillar, subrayar. En vez de silenciar, permitir que la incomodidad siga viva en estado latente, hasta que pueda encontrar su espacio al sol. En vez de arengar, mostrar. En vez de atrincherarse, construir un tanque y visitar todas las trincheras. En vez de quedarse a vivir, estar de paseo. En vez de tatuarse una bandera, coser todas las banderas en un inmenso globo aerostático, echarlo a volar, no volver a verlo nunca más.
*Frase de Paul B. Preciado, del capítulo “El sur no existe”, del libro Un apartamento en Urano.