Foto del documental Black dandy
Qué glorioso no tener que reglamentar los comportamientos, que no haga falta enunciar las normas de convivencia. Sin embargo eso solo es posible si hay un deseo que se transforma en decisión de respetar a les otres, además de la construcción de un nuevo sentido común (aunque sea común apenas para los que participan de un determinado paradigma). Llegar a que los acuerdos sean tácitos demanda que haya mucho ejercicio de la palabra y de la expresión en todas sus otras formas.
Mientras tanto, las instrucciones son bienvenidas.
En ese ínterin en que vamos construyendo una nueva moral (porque se trata en definitiva de eso, de evaluar qué nos resulta afín, cuáles son los comportamientos caros a nuestra existencia de hoy), es un alivio que haya disponibilidad para dedicar un tiempo a la explicación de lo que para vos es obvio y para mí no. Y en esa explicación se acortan algunas distancias, y otras se acentúan, lo cual es parte de la danza de los vínculos.
Lo que resulta interesante son los formatos de conversación colectiva. Estar conversando entre varies, de temas que suscitan las más diversas opiniones, en presencia física o virtual, con un grado de respeto de esos que te hacen suspirar de inspiración en público sin sentirte desubicade, me parece un gran acontecimiento, digno de festejo.
Nunca soy optimista, pero ahora sí. Y parte de ese optimismo viene de sentir un protagonismo compartido, de esos que conllevan responsabilidad, con todes les que de alguna forma actúan en la dirección de una construcción que trascienda las reglas, que inaugure nuevos sentidos comunes, en el mejor de los sentidos posibles.