El jardinero, de Liliana Porter
Se ha convenido en llamar mito en sentido estricto a una narración que se refiere a un orden del mundo anterior al orden actual, y destinada a no explicar una particularidad local y limitada, sino una ley orgánica de la naturaleza de las cosas. Diccionario de mitología griega y romana, de Pierre Grimal.
Algunas ideas reverberan mil veces en mi cerebro antes de extinguirse. Cuando dan paso, no sin resistencia, a un nuevo pensamiento conciso y demandante que busca con prepotencia instalarse, estas ideas inagotables quedan en pausa, pero conservan parte de mi atención. Esa latencia origina que tarde o temprano, algo de mi realidad refleje la idea inextinguible y me dé pie para encarnar lo que de otra manera quedaría en el nebuloso mundo de la teoría no aplicada.
Cuántos teoremas matemáticos aprendí y olvidé, que no fueron rescatados hasta el momento en que se revelaron útiles para resolver una inquietud concreta. Cuántas veces una propuesta filosófica me encantó y acto seguido desapareció de mi conciencia por no encontrar una aplicación práctica.
Los mitos y las grandes ideas tienen que arremangarse y vivir en lo cotidiano. De otra forma no cumplen su función, que es la de infundir sentido. El sentido es algo que buscamos con desesperación cuando no está. Cuando está, simplemente ni nos percatamos de su existencia.