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El antónimo de la obsolescencia


Rough sea, de William Turner

Construidos para no durar. Las computadoras, pero también las sillas, las bibliotecas, los edificios. Los objetos que duran más de dos décadas son raros hoy. Más allá de su finalidad, que puede simplemente volverse obsoleta, como es el caso del reproductor de cds, hay una muerte prematura aun cuando la utilidad sigue en pie, como es el caso de los teléfonos. Digo prematura en relación con nuestras expectativas, pero perfectamente de acuerdo con las expectativas de los creadores. Eso se llama obsolescencia programada.

Nos contagiamos del comportamiento de las cosas que nos rodean, y somos coartades en nuestra forma de relacionarnos por este afán de buscar lo nuevo en vez de redescubrir lo viejo. Todo apunta a que conviene más, por precio y perspectivas de durabilidad, desechar el elemento usado. Pero así como hacemos el ejercicio de cuestionar esta práctica instalada en el mercado, hagamos lo mismo con los vínculos.

¿Cómo se descarta a una persona? ¿Cómo librarse de un pensamiento? Los antiguos vínculos y pensamientos vuelven, renovados, a visitarnos o atormentarnos. Y si no media una actividad de reciclaje, lo que se enterró en el jardín emerge a la superficie en días de lluvia.

Este tipo de reciclaje se logra reutilizando la energía producida por la emoción en actividades elegidas. Estamos educades para dejarnos llevar por las emociones, porque se nos enseña a través de una vasta producción literaria y filmográfica ⎼que precisa la creación del conflicto como gancho⎼ que las emociones nos arrastran como el mar, que no podemos escapar a su potestad. No llegamos a embarcarnos en el ejercicio de canalizar esas fuerzas porque estamos convencides de que es una empresa casi imposible, apoyades por la complicidad social e incluso jurídica, que contempla el estado de emoción violenta como un atenuante de la gravedad de un delito.

Así como mi casa contiene cada vez más objetos reciclados, mi entorno se integra de relaciones que cambian de roles con el tiempo, que se transforman constantemente, que se dejan modificar por los accidentes del terreno. Y las emociones que acompañan esas transiciones, si no llegan a ser las más deseadas, son empleadas como combustible de lo que vendrá.

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