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Lo que cabe en una valija


Maletín de Marcel Duchamp

Estrecho pasaje. Vamos con las manos tomadas, en fila india, sintiendo las paredes muy cerca. No hay manera de aguantar la intriga: el camino, más adelante, ¿se ensanchará o se angostará aún más? Pensamos que con poco más ya no pasamos, aunque habría muchísimo por hacer todavía. Podríamos por ejemplo hablar, y adivinar por el eco de nuestras palabras cómo es la forma de lo que se viene. Podríamos escalar las paredes, aunque a baja altura, cerca del piso, abrazando la roca para hacernos menos voluminosos. Podríamos adelgazar dos kilos y afinarnos…

La capacidad de cualquier recipiente es limitada, pero esa limitación es elástica. Lo comprobé a través de mi experiencia en armar valijas. Soy una mediocre armadora de valijas. Siempre viajo con espacio de más, por las dudas. Sin embargo, desde hace un tiempo las aerolíneas se pusieron más exigentes con el peso y el volumen de los bártulos; empezaron a cobrar sumas considerables si se lleva más de dos bultos, o si son muy voluminosos. La necesidad hace al ingenio, por lo tanto tuve que incursionar en una forma de armado más selectiva y atenta al aprovechamiento de la forma del recipiente. El descubrimiento (de pacotilla) es que cabe mucho más, pero muchísimo más, si hay una conciencia supervisando el proceso. Los límites de mi pequeña valija de cabina se expandieron.

Cuando estas cosas me suceden, me siento tan agradecida que es casi cómico. Se lo conté a todo el mundo: hice un viaje de quince días a cuatro ciudades, sin sobresaltos, con una valija de cabina y una mochila, en ese tipo de aerolíneas que te castigan por respirar demasiado. Y ante la vanidad de este orgullo me pregunto con decepción: ¿es el amoldamiento a las reglas lo que me emociona? Y en seguida me respondo que no, que son otras cosas. Por un lado, la inteligencia adaptativa, la capacidad de abrir una valija y descubrir la forma de que un mundo entre. Y por otro lado, resolver no cargar lo que eventualmente no quepa, depararse con la posibilidad de prescindir de cosas, de aligerarse un poco, de viajar más con lo puesto.

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