(Este no es un retrato de Safo, pero por una de esas cosas de la historia,
cuando buscás "Safo" te aparece este retrato de una joven romana del siglo I e.c.
Algunos aseguran que Safo nunca habría mordido la punta del lápiz).
Es mi cumpleaños, pero quiero que sea también el tuyo. Como pasa en las canciones de Safo, en que la narradora describe las miradas de los novios y su ardor interno, pero al mismo tiempo, ella y vos y yo, que también somos llevades a la posición de participantes actives de la trama, somos protagonistas de la escena, acompañamos con sentimiento gemelo a les enamorades, arrastrades en la avalancha de emoción.
Nuestros festejos tienden a acentuar la redoma egoica que aísla de los demás. En los cumpleaños infantiles los padres llaman la atención de los niñes más participatives, recordándoles con frecuencia que es la fiesta de otre, que permitan que el agasajade se luzca, que le dejen ser protagonista… ya va a llegar tu turno anual, tenés que esperar apenas unos meses.
El protagonismo parece ser excluyente, pero esa particularidad de la percepción se estructura en algún momento de la infancia; antes de eso casi no hay división entre la vivencia de un personaje de ficción y la propia, sentimos con intensidad al punto de aprehender el mundo a través de la experiencia de ese otre, que no respira nuestro mismo aire.