Foto de Hendrik Kerstens
(que mi amiga Toia me compartió y me vino tan excelentemente para ilustrar esta nota)
La moderación puede tener forma de arrojo, siempre que elijas el sentido en que querés arrojarte. Me encanta la osadía, pero hay que reconocer que te podés ir de boca al piso desde la cresta de la ola. Y duele un montón. Mucho peor si en tu caída atropellás a otres.
Se puede maniobrar con la osadía, y eso para mí es moderación. En vez de combatir, maniobrar. Creo que puedo con eso, mantener la intensidad pero buscar otro sentido.
(Es la segunda vez que escribo este artículo, por problemas técnicos. Y al hacerlo, me doy cuenta de que lanzo las conclusiones, pero me cuesta recrear mi mecanismo para llegar a ellas, que es lo que hice al escribirlo por primera vez, pensar escribiendo, y pensar con vos en cierta forma. Hoy te estoy tirando encima el resultado final, sin metáfora conductora, sin paisaje a los lados… Mi osadía moderada de hoy consiste en permitir estas palabras y aceptar las consecuencias. La osadía total sería prescindir de esta aclaración entre paréntesis, la moderación total sería no publicar nada de esto).