¿Hay motivos para la desesperación? respirá profundo, inflá tu panza como un globo mientras inspirás. Exhalá. Listo, no hay más motivos.
No te lo creés, porque muchas veces te aferrás a la desesperación. No aceptás tan fácilmente que se vaya, que te abandone así como así, por una intervención apenas fisiológica. Subestimás el poder del cuerpo sobre la mente, y al mismo tiempo reconocés que si te duele la muela no podés pensar, no podés siquiera sentir otra cosa. Entonces no te resignás a que la desesperación retroceda con tan poco y la traés diligentemente de vuelta, con un pensamiento que se enrosca sobre sí mismo. Sólo que si en ese tiempo seguiste respirando, lo más factible es que el proceso sea irreversible.
Lo que queda después, en ese vacío de la retirada de una emoción tan fuerte, es una especie de desorientación. Te cansaste de escuchar que no hay vacío en la naturaleza, pero todavía no descubriste que con los pensamientos y emociones pasa lo mismo. Se trata entonces de encontrar rápidamente algo que reemplace la desesperación, si es posible algo de naturaleza más densa, algo contundente como una torta o dar saltos de rana. Si ninguno de esos sustitutos te hace feliz podés probar con cualquier otra actividad, siempre y cuando sea algo más físico que intelectual. Los estados más densos eclipsan a los más sutiles, y ¿quién no quiere eclipsar la desesperación? Me quedo pensando en esta pregunta.
Hay algunos casos en los que yo particulamente no quiero abolir ese estado. Por más inusitado que parezca, a veces necesito desesperarme para activar. Preciso una sacudida de esas que levantan el fondo del mar y lo dejan todo marrón por un rato, de forma tal que no ves nada ahí abajo. En ese momento sé que tengo que quedarme quieta, aunque muchas veces me lanzo a bucear en el ruido arenoso, y claro, no encuentro nada de lo que busco. Al cabo de un tiempo la arena se posa otra vez en el fondo del mar, los colores vuelven a despegar del marrón uniforme, y descubro que la angustia me hizo salir de la tan temida zona de confort. Eso puede ser bueno o malo, depende exclusivamente de tu juicio. A mí, de vez en cuando, me gusta usar la desesperación como un barrefondo.
Biopiscina, foto de Bio Bayres
Las biopiscinas usan plantas acuáticas e incluso pequeños peces para filtrar el agua. El concepto tiene relación con el artículo porque habla del uso de elementos naturales (como la fuerza de la desesperación) en vez de cloro u otras sustancias químicas para mantener la limpieza del ecosistema (tu mundo).