"There is no spoon"
Soy de los que, si pueden esforzarse, se esfuerzan.
El modo ahorro de energía prácticamente no existe para mí. Cuando identifico un desafío, pongo manos a la obra y pienso: todo va a estar bien si me esfuerzo lo suficiente. Hasta para condimentar la comida me esfuerzo, busco dedicadamente que todas las especias se distribuyan de la manera más pareja, que cada bocado tenga el mismo sabor.
Pero claro, el resultado es idéntico si uno simplemente no piensa en nada mientras revuelve y revuelve, sin esfuerzo pero también sin ansiedad. Habría que chequearlo, pero ayer me dio la sensación de que ni siquiera demoraba más tiempo haciéndolo de esa manera.
Hacer todas las cosas con esfuerzo es profundamente agotador. Me pregunto varias cosas. Primero: ¿me gastaré antes por eso? Pienso en las personas que, llegado cierto momento de su vida, simplemente se apagan para siempre, y me parece el ejemplo más elocuente de la gente que se gasta por esfuerzo. Estaba todo bien hasta que un día se murió, antes de lo sospechado.
Segunda pregunta: ¿en qué casos se obtienen mejores resultados aplicando menos esfuerzo? Analicemos varios: el peinado es un ejemplo de algo que, superado cierto grado de dedicación, se arruina sin remedio. Levantar algo muy pesado con más tensión muscular de la necesaria puede ocasionar contracturas y otras desgracias. Para hacer sentir bien al otro también podés pasarte de la raya si te esforzás demasiado. Pero en todos estos casos uno podría objetar que el esfuerzo está en emplear el grado de afán ideal; ¿hay algo que prospere sin esa atención, que también es fuente de cansancio?
Vuelvo a pensar en revolver la comida. Dejo vagar mi cabeza mientras realizo el movimiento mecánico con las cucharas, sin hacerlo mal y sin intentar hacerlo bien, con poco entusiasmo, aburriéndome. Y me doy cuenta de que el esfuerzo que aplico no tiene que ver con el resultado esperado, no nace de una especulación acerca de la forma de lograr mejores cosas. Es una característica, una manera de estar en el mundo, la forma que a mí me sirve para pasarla bien mientras revuelvo y me cuelgo con los colores de los condimentos pintando la masa, el aceite lubricando cada rincón, una fruición por el instante que es una de las funciones que, en modo ahorro, se me desactiva.