top of page

Old soul


Louis Bourgeois fotografiada por Mathias Johansson

Cuando algo sale por completo de mi esfera de conocimiento y experiencia, cuando la vida me desafía con uno de esos cachetazos inesperados, me ayuda imaginar que soy un anciano que ya las vivió todas. Si hay algo que los mayores tienen es experiencia, y una cierta falta de ‘sorprendimiento’. Esa carencia, que puede parecer indeseable a los ojos del joven, que busca lo nuevo casi como tarea rutinaria, puede salvarlo de la mayor parte de las angustias. El viejo, en general, sabe qué esperar de las personas y las cosas. Eso le permite quererlas sin la expectativa desmedida frente a la cual tantas veces los jóvenes se la ponen. Expectativa que no sólo da por sentado lo que no tendrá, sino que produce ceguera ante otras virtudes de las situaciones y los seres, que se invisibilizan para quien llega cargado ideas preconcebidas acerca de lo que puede acaecer. Me imagino viejo, en el punto de vejez en que ya no se distingue la sexualidad de la persona, igual que pasa con los bebés. No es que añore llegar a ese momento de mi vida (tampoco lo veo con temor o rechazo) pero me sirve invocar al viejo que hay en mí, que vivió todo lo que fue capaz de vivir, para entender lo que se me escapa empujado con la inquietud y velocidad de hoy. Esa alma vieja sabe más del mundo, aprendió a abrazarlo y a sacarle el jugo.

bottom of page