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El pico y la pala


Machine pictures, de Schamberg, Duchamp, Ray y Picabia

¿Hasta qué punto se experimenta un sentimiento como resultado de un acontecimiento? En mi experiencia, cada día que pasa la pelota está más en mi cancha: cómo me siento es en gran parte un a priori voluntario. La satisfacción puede no ser algo que te ganes, que llegue al final de una larga jornada como premio de mil esfuerzos, sino una actitud no condicionada.

¿Será que al prepararme de tal forma modifico la naturaleza prístina de la experiencia? Por ejemplo, privándome de la entrega a los sentimientos resultantes de un hecho desafortunado. Es posible. Pero por otro lado gano entrenamiento en el arte de construir una predisposición.

Enfocarse en cómo se experimenta un hecho permite en cierta forma liberarse del hecho en sí. En vez de tratar de digitar el mundo, incidir en la percepción particular, que tiene la ventaja de ser una materia más maleable. Esto sin soltar la construcción de mundo, apenas como un precepto moderador, de tipo: hay cosas que están más allá del alcance de mis herramientas. En ese caso me concentro en lo que está próximo.

Esa alternancia del foco en moldear el afuera y el adentro hace tanto más fluida la interacción con el mundo, porque implica una aceptación mayor de los acontecimientos. O por lo menos, una disposición a percibir el momento justo para guardar el pico y la pala y dirigir esos trabajos hacia el interior de la morada.

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