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Desconocer los límites

Cutting edge art, de Cindy Chinn

Escribir en el mar. Enseñar con poesía como herramienta. La revolución sutil transgrede sin romper. Decir cosas sin pretender que vistan bien en todos los cuerpos, y compartir esos trajes con otros a quienes les quepan. Llegar tangencialmente a temas a los que un abordaje directo haría retroceder, pero tocarlos indirectamente, con la suavidad de una pluma. Que casi no se sientan intimidados, aunque entremos con una legión a lo profundo del corazón salvaje.

Claro que puedo hacer como si nada y apenas hablar de la acidez del café que me acompaña. Café ácido, mármol... En una década o en mil años esto será anecdótico. Me refiero a qué preciso mismo momento será contenido de nostalgia y tema de conversación y cuál no lo será. Hoy es simplemente una realidad grisácea, que envuelve el corazón salvaje blindándolo ante los tímidos esfuerzos de transformación.

Hay mucho por cambiar, muchísimo por crecer, y toda esa actividad no encuentra cabida en lo cotidiano. Y es fundamental que lo haga, que se derrame hacia la paleta homogénea de colores vitales con su salpicón de energía.

Yo digo que hay que probar. Ante la duda hay que, al menos, intentarlo. Algunos leerán esta afirmación y con enfado me dirán ⎼se dirán⎼: ¿cuándo has probado?, sin adivinar que soy múltiple y mis intentos se ramifican en extensiones de cielos no abarcados por ellos.

No sabemos andar. Nuestros pasos son tanteos llenos de torpeza en medio del tránsito, un peligro desde todo punto de vista. Y aun así andamos y todo lo queremos, con las ansias del recién nacido: no sabe que no puede, no tiene derecho a una estrella en el cielo. ¿Y quién va a explicárselo? Paralelamente, si su intuición germina logrará cosas que nadie antes, apenas por ambicionar lo que no sabía que le estaba vedado.

Por momentos, prefiero no saber qué me está vedado.

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